Tania Casal
Desde que me acuerdo me gusta dibujar, pero no sólo pintaba paisajes, corazones y estrellas, sino que me inclinaba más por las formas geométricas y los patrones. Recuerdo tener las libretas de la escuela todas pintadas separando cada uno de los días del cole. Con la edad, mi interés se centró en las casas y en sus interiores; además me gustaba cambiar los muebles de mi habitación cada cierto tiempo: reorganizaba el espacio y los muebles según me inspirase o según el uso que le fuese a dar en cada momento de mi vida.
Así como otros niños no saben qué quieren ser de mayores, yo creo que lo supe desde siempre: me apasionaban las casas, los interiores, los muebles, la decoración, los materiales y todo aquello que está relacionado con el interiorismo y la arquitectura; pero si me tuviese que quedar sólo con una cosa, esa sería el momento de las distribuciones del espacio. Puedo llegar a meterme en la piel de una persona y comprender que necesita para lograr la mejor distribución que mejor se adapte a ella. Empecé estudiando delineación, por aquello del gusto de las distribuciones; luego seguí con arquitectura técnica, los materiales y las obras son otras cosas que también me llaman mucho, pero no la acabé, ya que sentía que me faltaba algo: el poder diseñar. Cambié de estudios y cursé diseño de productos, lo que me sirvió para implicarme en el desarrollo completo de cualquiera cosa que se pueda fabricar. Me especialicé en diseño de muebles, al mismo tiempo que estudiaba distintos cursos de interiorismo y decoración.
Más o menos hacia el final del proceso, me casaba con un carpintero, lo que me hizo meterme de lleno en el taller y entender por completo el proceso de fabricación de cualquier mueble: desde el primer boceto a lápiz en un papel hasta el proceso de fabricación y montaje.
Nacía así ABRAITE, un estudio de diseño donde proyectamos y damos forma y vida a las ideas del cliente.